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La Cabra Montés Serreña


De nuevo una Navidad más, un paseo más por los reductos del hombre del neolítico. La sierra de la Contraviesa está plagada de lugares recónditos donde poder disfrutar de un campo silvestre. El pinar del cerro Salchicha, las angosturas del Ayllón, el río Adra, el río Guadalfeo o la playa del Ruso son espacios idílicos para el naturalista en el que el aroma a naturaleza lo invade todo. En esta ocasión la temperatura invernal de la Sierra es benévola, la soledad del campero hace del sendero un bullicio de sonidos deseados.
Sus huellas

Las avecillas se sorprenden al verme por sus territorios, se acercan pero pronto se lanzan al vacío para despistar al observador. Sobre la pequeña ribera del nacimiento de Aldahayar las andarinas lavanderas blancas pasan de un montículo a otro, buscan pequeños insectos cercanos al agua que pululan todavía atraídos por el calor. El calcáreo surgimiento de agua ferruginosa y termal tiene un aspecto navideño, musgos, culantrillos, líquenes multicolor y huellas, huellas de seres diferentes a nuestra especie, caprínidos, ungulados, mustélidos y lo más sorprendente, las marcas de los pies de los urodelos. Sí, todavía siguen su atareado quehacer diario las sonoras ranas, este cambio de clima nos está desvirtuando a todos.
Cortados rocosos, su hábitat

Una vez pasados los primeros trancos de la Rambla la soledad es aún más patente, sentado sobre uno de sus grandes peñascos, observo con las lentes el paso fugaz hacia el sur de una pareja de águilas perdiceras, es el momento de buscar el lugar de anidación, y en estos parajes seguro que habrán encontrado la repisa idónea para elaborar el gran nido de ramajes gigantes entrecruzados.
El monumental sendero que forma la Rambla está cambiado, su fisonomía se trasforma en cada una de las grandes o pequeñas riadas que surgen casi todos los otoños, convirtiendo el paseo en algo inesperado, embriagador, excitante. A lo lejos se escuchan los sonidos de ladridos de perros, espero que de los cortijos cercanos, ya que en ocasiones este animal se asilvestra y convierte estos parajes en su espacio de campeo, convirtiéndose en animales peligrosos en épocas de celo.
Época de celo, inicios de invierno

Palomas bravías y aviones roqueros planean por los cortados, formando una melodiosa sinfonía al unir sus sonidos y cantos con los pequeños chamarines, los coloridos jilgueros y los inquietos colirrojos tizones. Sobre el sustrato arenoso y a veces húmedo del camino, cada vez son más constantes las huellas de cabras, unas siguen mi misma ruta, otras atraviesan en diagonal, pero lo más certero es que deben de andar muy cerca de aquí, son la especie de mayor porte de esta sierra, la prolífica Capra pyrenaica.
Recuerdo en mi juventud, cuando empezaron a llegar las “monteses” a estos lugares, cómo los niños nos acercábamos por estos parajes para intentar verlas. A veces teníamos suerte pero la mayoría fracasábamos. Cuando conseguí mi primera cámara de fotos réflex de carrete, programé una de mis primeras experiencias simulando al Doctor Félix, la tarde anterior a lo que sería mi aventura, me acerque a estos cortados y con una hachuela preparé un hide (choza de ramas) para observar el posible paso de las cabras monteses. El sitio era magnífico, huellas por doquier, excrementos, y sobre todo mucha ilusión. Al día siguiente me planté de madrugada, antes de que saliera el sol, dentro de mi refugio, monté el trípode y la cámara y a esperar acontecimientos. Llegué a fotografiar cuervos y alguna que otra avecilla despistada, llegué a observar la salida de un majestuoso búho real desde el cortado pétreo que me precedía, pero mis expectativas si vinieron abajo cuando fueron pasando las horas y no aparecían las añoradas montesas. Antes del mediodía desistí, era época estival y el calor empezaba a hacer mella. Pero eso sí, lo mejor de esta experiencia, como casi siempre suele ocurrir, el desayuno compuesto por el bocadillo de tortilla de patatas con vino del Cerro del Gato en bota. Espectacular.
Hembras esperando al macho

En esta ocasión, la ilusión es la misma, pero con la certeza de que existen en estas sierras una mayor cantidad de monteses y mayor facilidad para ser observadas, y el factor principal, una treintena de años más experimentado.
En uno de los recodos de la rambla troglodita siento la caída de varias piedrecillas a una distancia cercana. Al elevar la vista aparecen en el marco esperado, son siete, compuestas por cuatro hembras adultas, una pequeña y dos machos, el primero de unos dos años de edad y el patriarca de la manada de unos siete años. Es el momento de tomar las decisiones correctas, no se pueden escapar, y para ello voy preparado con los recursos suficientes, prismáticos y cámara fotográfica con un tele de 200 mm.
Ellas  me observan sin aparente movimiento, yo, con mucho sigilo, empiezo a recolocar mis archeles para realizar un seguimiento riguroso de esta encantadora familia, por fin me siento sobre el saliente y comienza mi mente a recomponer la vida de estos animales tan carismáticos en la historia de estas poblaciones.
La manada

La sierra de la Contraviesa se encuentra situada al sur de Sierra Nevada, y esto ha sido fundamental para localizar la cabra montés en estos entornos, ya que Xolair es el lugar de la Tierra donde se encuentra el mayor número de individuos de esta especie, la Capra pyrenaica. Esto ha hecho que con los años estos animales se hayan expandido por los alrededores de su lugar de inicio, y como el ser humano acabó con el lobo y algunas grandes águilas, que eran las especies que podían controlar la superpoblación de la cabra, ésta se ha dispersado por todas las serranías cercanas, produciendo en demasiadas ocasiones daños a la agricultura tradicional serreña.
Este animal está totalmente adaptado a vivir en estos cortados rocosos y sus alrededores, siendo un lugar idóneo para mantener una vida adecuada, pudiendo llegar a vivir hasta los veinte años de edad. Sus patas son únicas, son escaladoras puras, sus pezuñas son antideslizantes y lo extremos de las uñas son durísimas, y sin articulación. Tiene una alimentación fitófaga, acudiendo a zonas de almendrales en algunas ocasiones para ramonear en los árboles e incluso sus cortezas. Se les ha visto por la costa tomando agua del mar para saciar sus necesidades minerales. No suelen beber agua asiduamente, les basta con el consumo de plantas, a no ser que hayan realizado un esfuerzo excesivo.
Las pezuñas de escaladora

 La época de celo suele ser a principios de invierno, atrasándose en nuestra Sierra por las altas temperaturas, durando esta fase unos cincuenta días. La familia observada se compone de dos machos, uno de ellos muy joven y con pocas posibilidades de mantener relación con alguna hembra, durante la observación el macho mayor intento cornear al joven en varias ocasiones, lo que hacía que siempre estuviera el pequeño distante. En ningún momento el patriarca estuvo delante de la pequeña familia, él siempre iba el último adquiriendo la postura típica de extensión del cuerpo con el hocico inspirando y alargando el cuello. Por lo tanto estas hembras serán montadas solo por el gran macho, teniendo un periodo de gestación de cinco meses. Ellas, una vez fecundadas dejarán a los machos y buscarán refugio para dar a luz en solitario aproximadamente sobre el mes de mayo, teniendo probablemente un cabritillo, en ocasiones dos. Estos a las pocas horas de nacer ya pueden levantarse de manera autónoma y seguir a la madre, que mantendrá el periodo de lactancia durante unos cinco o seis meses, que de nuevo será fecundada.
Las cabrillas, a partir del décimo día ya son autónomas para alimentarse de plantas, alternándolas con la leche materna. La madurez sexual les llegará a las hembras a partir de los 18 meses, pudiendo parir todos los años hasta los doce aproximadamente. El macho puede copular a partir del segundo año de vida, aunque la lucha con sus congéneres mayores le llevará a tener mucha dificultad para conseguirlo.
El gran macho

Las imágenes gráficas de esta manada han sido excelentes, las he perseguido con sigilo durante varias horas, observando algunos de sus comportamientos insitu, como el chiflido que realizan cuando se ven acosadas o en peligro, que conmigo lo han realizado sólo cuando nos encontramos al inicio de la mañana. El movimiento de la hembra principal que hacía que todo el grupo se moviera a la par o el desprecio de ellas y del macho mayor hacia el menor, dejándolo a veces por detrás y a gran distancia.
El hecho de haberlas tenido tras la mirada del objetivo he podido calcular los años de vida de casi todas ellas, cada surco diferenciado que tienen en la cornamenta los machos marca un año de vida, por lo que el pequeño debería tener unos dos o tres años, mientras que el patriarca podría tener siete. Las hembras tienen unos pequeños cuernecillos que las hacen diferenciarse claramente del género contrario, son más pequeñas y no poseen la barba de chivo de los machos mayores.
La gran hembra

Está atardeciendo, ya por las laderas más cercanas a la población aparecen otras pequeñas manadas, al unirse a la estudiada se marcha por los cortados verticales, por ahí no paso yo, así que abrumado por el destino natural que me ha precedido hoy, sigo mi camino hacia mi especie. Esa la conozco aún mejor.








Secuencia de la carrera del macho asustado

Posición típica del macho en celo tras la hembra


Control del peligro

Sobre el precipicio

Saltos





Índice


  • Como Sinfonía, Sierra Nevada
  • La Luna Serreña
  • Los Mares de Nubes sobre el Mediterráneo
  • La Familia de Águilas Reales
  • Aves Rapaces de la Sierra

Como Sinfonía de Fondo, Sierra Nevada


No estamos en una sierra excesivamente espectacular, ni de grandes alturas, ni de bosques inmensos, ni con una fauna o una flora de variados endemismos, sin embargo cuando por primera vez escudriñas su naturaleza  y llegas a las alturas la impresión general es de estupefacción. Si miramos al sur observamos un mar calmo que desaparece en la lejanía, al oeste la costa granadina flanqueada por la apasionante sierra de Lújar, al este la costa almeriense coronada por la minera sierra de Gádor, y como colofón, al norte nos encontramos el parque nacional de Sierra Nevada, un parque considerado el más importante en cuanto a flora endémica de alta montaña de Europa.
Sierra Nevada desde el Cerro Salchicha
¡Qué más podemos pedir!, es otra de las maravillosas observaciones que a diario realizan los lugareños sin darle la mayor importancia. Cada una de estas zonas limítrofes realizan una influencia sobre nuestra sierra, la cual la conforma como un espacio natural especial, no solo por las panorámicas que nos brinda, sino por su valor ecológico que en conjunto hace que estos otros espacios tengan un valor ambiental totalmente reconocido.
El Mediterráneo coronado por el cabo Sacratif

La Luna Serreña


Como desde cualquier buen lugar de la Tierra para la observación astronómica, la Contraviesa tiene varias zonas estratégicas para dicha observación. Está claro que el tener como lindes naturales Sierra Nevada y el Mediterráneo, hace que la pureza del aire sea extrema, si a su vez la propia sierra sabemos que está muy poco contaminada lumínicamente por tener una baja población activa, podemos considerar nuestro espacio natural como uno de los privilegiados para disfrutar de muchos momentos astronómicos a lo largo del año.
Los lugares más adecuados para dichas observaciones son los siguientes:

  1. Cerro Salchicha (Haza del Lino)
  2. Cerro del Gato, en su cara sur (Albuñol)
  3. Cerro Gordo (Entre Sorvilán y Albuñol)
  4. Diversos puntos de la carretera de los Presos, lejos de los cortijos del entorno (desde Alfornón a Venta de las Tontas)
  5. Cerrajón de Murtas (Murtas)
Para deleitarnos con observaciones como las de la Luna en sus diferentes fases voy a dar una serie de datos resumidos que deberemos tener en cuenta a la hora de llevarlos a la práctica:

-Utilizar siempre unos prismáticos al menos, lo ideal es un telescopio astronómico o terrestre.
-Cuando está en cuarto creciente tiene forma de "D" y cuando está en cuarto menguante o decreciente tiene forma de "C"; por esto se dice que la Luna miente.
-En cuarto creciente los cuernos de la Luna apuntan al Este (refrán: "Cuarto creciente cuernos al Oriente").
-En cuarto menguante los cuernos apuntan al Oeste.
-En los equinoccios (primavera y otoño), la Luna sale por el Este y se oculta por el Oeste.
-En invierno, la Luna sale por el Noreste y se oculta por el Noroeste.
-En verano sale por el Sureste y se pone por el Suroeste.

-El periodo de lunación (el tiempo que tarda en pasar de luna llena a de nuevo luna llena) es de 28 días.
-Cuando surge la luna llena por el horizonte es el Este, a las 24 h. de medianoche está al Norte y a las 6 h. de la madrugada está al Oeste.
-Al pasar una semana, es decir al séptimo día de estar llena reduce su tamaño a cuarto menguante, entonces a las 24 h. estará al Este y a las 6 h. al Norte.
-A los 21 días desde que estuvo llena se muestra como cuarto creciente, indicando a las 18 h. el Norte y a las 24 h. el Oeste.

Los Mares de Nubes sobre el Mediterráneo



En diversas épocas del año, sobre todo en verano e invierno, la situación en la que la sierra de la Contraviesa se encuentra produce unos inmensos bancos de nubes y niebla que desde las zonas altas de la sierra pueden ser observados con toda claridad. El tipo de nube que suele observarse son los estratos o los estrato cúmulos.
Albondón y el Mediterráneo al fondo

Las poblaciones de esta comarca se encuentran a una altitud desde el nivel del mar, como Adra o La Mamola, hasta los mil metros aproximadamente como Murtas o Cádiar. Esto hace que su climatología sea muy diversa, considerando a la zona costera como un clima Tropical, mientras la zona interior de mayor altitud puede ser considerada como clima Continental, con veranos calurosos e inviernos muy fríos. Esa situación altitudinal y la influencia del mar Mediterráneo hace posible efectos muy diferentes en un mismo día, donde puede estar precipitando en las zonas altas mientras en las bajas puede surgir el sol.
En otras ocasiones en horas matutinas aparecen los bancos de nubes blancas que se posan sobre el mar y la costa, adentrándose por los valles conforme avanza el día. Esto se produce en verano porque el agua del mar está más fría que el aire y se evapora, y en invierno por la pérdida de calor del suelo en forma de ondas caloríficas. Este efecto de nubes muy bajas también se pueden producir en invierno de noche o de madrugada cuando el aire frío descendente de las montañas o colinas reposa sobre el agua más caliente del mar.
Sol en las cúspides penumbra en el valle de Albuñol

Para la observación más correcta y sorprendente de este fenómeno, la zona idónea es la que va desde la venta del Haza del Lino hasta la venta del Tarugo por encima de la población de Albondón, ya que es un observatorio natural que puede abarcar desde la costa almeriense hasta el Cabo de Sacratif.

La Familia de Águilas Reales



En un lugar de la Contraviesa de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía una pareja de Reales durante largos y largos años. Su territorio era inmenso, repleto de valles y cantiles, con gran variedad de matorral mediterráneo, y sobre todo con multitud de alimentos  donde poder elegir temporada tras temporada, para sus consecutivas generaciones, desde lagartos, ofidios, mustélidos, hasta recentales de diferentes ungulados como cabras monteses o jabalíes que abundan por estos parajes agrestes.
Es el águila más emblemática de la Península, ha sido imagen de la realeza, su efigie coronada soportaba y presidía las armas de las rancias dinastías y palacios imperiales de la vieja Europa. Esto contradecía el considerarla enemiga encarnizada del ser humano, que la tachaba de competidora y la perseguía de forma implacable.
Tipología y costumbres
El Aquila chrysaetos es la rapaz más poderosa de Iberia y la más grande de las águilas. En vuelo se distingue del águila imperial por tener la cola más larga, las alas más prolongadas y la cabeza más corta. La hembra es mucho más grande que el macho, cuando son adultos pueden superar los 2 m. de envergadura y sobrepasar los 5 kg de peso. Sus patas son largas, muy musculosas, cubiertas de plumas que les llegan hasta el nacimiento de los dedos, los cuales terminan en unas uñas largas y curvadas que pueden realizar una fortísima presión sobre sus víctimas. El pico es acerado y de un color grisáceo, los ojos son penetrantes, de color ámbar y de mirada fiera, capaces de detectar a sus presas a gran distancia.


Las zonas naturales que ocupan suelen ser áreas agrestes y rocosas donde abundan las canchaleras, cortados y parameras, alternándose con llanuras, bosquetes, eriales y monte bajo, donde obtienen su alimento. Una vez adultos son muy sedentarios, no aventurándose casi nunca a salir de sus dominios de cría. La base de su alimentación son los conejos, aunque tiene gran variedad en su dieta como señalamos antes, pudiendo incluso comer carroña. Es un superpredador que elimina a los animales enfermos y tarados, haciendo la función de controlador y depurador de sus poblaciones.
La técnica favorita de caza es volar a nos 30 ó 40 metros de altura faldeando por las laderas y sorprendiendo a sus víctimas lanzándose en picado para procurar la captura. Puede cernirse durante horas a favor de la brisa, para volver a utilizar el picado en el momento de la caza. Llega a alcanzar la velocidad de 300 km/h. A veces se coloca en sus posaderos durante horas hasta que pasa la presa, emprendiendo en ese momento la persecución.
Estamos a finales del invierno, sus nuevos pollos deben haber nacido ya. Durante esta época gélida, esta sierra les ha proporcionado un clima bastante benévolo, están establecidas en un hermoso lugar, alejado de la presencia humana, cerca de bosquetes de pinos, abiertos almendrales y ríos o arroyos que le proporcionan la inestimable agua que en época estival será más que necesaria. Su territorio abarca desde el mismo río Guadalfeo hasta la costa mediterránea.
El paseo es largo, tardaré un puñado de horas para llegar hasta las proximidades de alguno de sus nidos. Ellas utilizan y construyen varios nidos en su entorno territorial, cambian año tras año para que los restos de comida acumulada se descompongan, se desparasiten y quede limpio para próximas generaciones.
El nido de las Reales


Durante este mes de enero han estado reconstruyendo el habitáculo que utilizarán durante el presente periodo. Es un nido antiguo que cada vez que han decidido ocupar lo han mejorado, entrelazando cientos de ramas y ramillas, formando una estructura impresionante de más  de dos metros de largo y otros tres de profundidad. Se encuentra en un descomunal cortado de piedra caliza de unos 80 metros de altura, cerca de la zona más alta existe una cueva donde se enclava el habitáculo, éste está extra plomado, sobresale de la vertical unos 60 cm, pareciendo su construcción digna del más experto arquitecto humano, ya que el peso de pollos y adultos no inmutan el entramado ramaje.
Este será un observatorio periódico durante un año entero, será un placer poder disfrutar de este paisaje, y dentro de este paisaje la mayor de las águilas y su mundo.
Territorio
Las águilas reales necesitan grandes territorios con lugares tranquilos y adecuados para la cría, donde haya cazaderos bien surtidos. Es excesivamente territorial, no permite la presencia de una tercera ave en el entorno de la pareja, sobre todo en la época reproductora. En esta época se muestran muy agresivas, en especial el macho, persiguiendo a los intrusos y realizando vuelos ondulados sobre sus feudos.
Su territorio


Durante todo el año se ha mantenido la pareja en su territorio de cría, cazando de forma coordinada familiar, descansando en dormideros cercanos en árboles o cortados del entorno. Esto es algo normal en esta especie, siendo habitual que no abandonen su territorio prácticamente en toda la vida. Los lazos de pareja son muy estrechos, sólo en el momento que uno de los miembros muere, el otro adopta otra pareja, aunque manteniendo el mismo territorio.
Danzas de amor
En todo este periodo se ha observado a la pareja en su paraje natural serreño cicleando o fingiendo el macho ataques a la hembra, dejándose caer con las patas colgando y ejecutando tirabuzones y verticales picados. Otras veces la hembra se volvía hacia su compañero enfrentando ambos sus garras en el aire. En ocasiones dejaban caer ramitas y otros objetos para a continuación capturarlos.


A finales de invierno comenzaron a ejecutar exhibiciones fortaleciendo aún más sus lazos de pareja. Una de las aves y a veces las dos, cicleaban elevándose a gran altura para a continuación realizar un prolongado picado con las alas cerradas, para luego elevarse de nuevo y repetir el descenso y la secuenciación. Emitían fuertes y agudos maullidos, siendo algo excepcional, ya que son extremadamente silenciosas durante las demás épocas del año.
Descendencia
Durante la segunda quincena de febrero, una vez transcurrido el celo, la hembra realizó la puesta. Fueron dos huevos de color blanco sucio con manchas marrones, poniendo el segundo con un intervalo de dos días con respecto al primero.
La pareja se fue alternando la incubación de los huevos durante 45 días, aunque la hembra permaneció más tiempo en el nido, soportando los rigores de la naturaleza y esperando la ración de alimento que el macho traía una o dos veces al día. Transcurrido este tiempo, nacieron los dos pollos, “Zipi” y “Zape”, cubiertos de plumón blanco, y con una diferencia de tamaño debido al asincronismo de su nacimiento. Esto hace que en algunas ocasiones se produzca el fatal cainismo entre los hermanos, sin embargo, probablemente por la cantidad de alimento que existen en estos parajes contraviesiles, pasaron los días y las semanas sin que el hermano más pequeño sufriera el menor daño.
La puesta


Cuidados parentales
En los primeros días de vida la hembra no se despegó del nido, de forma permanente permaneció cuidando a su descendencia y esperando que el macho le trajese la caza de forma periódica y constante, despedazando y troceando las piezas para repartirla entre sus pequeños pollos.
A las tres semanas aparecieron en los benjamines las rémiges, las rectrices y las plumas coberteras, quedándose solos durante largo tiempo, ya que la hembra decidió colaborar en la búsqueda de alimento con su pareja. Fue en este momento, en una de las múltiples observaciones, cuando al acercarme debajo de la vertical del nido para recoger restos de egagrópilas, plumas y osificaciones de mamíferos pequeños, cuando una sábana de lágrimas blancas cayeron sobre mí, eran las deyecciones de los pequeños que me demostraron lo aseados y curiosos que son durante su estancia en la plataforma. En estos días su aspecto se basaba en  un plumaje muy oscuro en el dorso de las alas, el vientre de color gris azulado con manchas de color marrón y la cabeza gris con grandes ojeras y un pico amarillo desde las narinas hasta la mitad del mismo y negro desde ese punto hasta el final. El entretenimiento de los pollos en esta fase era observar fija y continuamente a los aviones roqueros que habían anidado dentro de la cueva donde se encontraba su plataforma, observando de manera asidua al fabuloso cielo de la sierra por si en algún momento llegaban sus padres con el preciado alimento.
Zipi y Zape
A los 45 días de edad los pollos estaban completamente emplumados, despedazando y engullendo sin ninguna ayuda las piezas que les traían los padres. Cuando cumplieron los 70 días, se activaban ejercitando los músculos al borde del nido, presagiando su primer vuelo.
A los 80 días empezaron a realizar sus primeros vuelos, en esos momentos podían pesar alrededor de los 4kg, presentando un aspecto diferente a los adultos, con unos tonos muy oscuros en las plumas, teniendo las de la cabeza más claras que las de sus padres. En alas y cola presentaban unas bandas blancas muy visibles en el vuelo.
La vida de las jóvenes reales
La primavera ya ha superado su zenit, a finales de mayo o principios de junio “Zipi” y “Zape” abandonarán el nido, formando con sus padres un grupo familiar que volaran juntos por su territorio. Será el momento en que los adultos enseñen a los jóvenes  a cazar, lanzándoles presas en el aire o dejándolas en ramas y cortados.
Su alimento preferido (www.ojodigital.com)


Cuando llegue el otoño los jóvenes se marcharán lejos de la Contraviesa en espera de alcanzar la edad adulta. En esa época de inmadurez viajarán por distintos lugares y diferentes tipos de hábitats. Será un periodo difícil para ellas, podrán perecer por los rigores de las circunstancias y pruebas que les rodearán y les marcarán su vida.
Después de unos seis años los tonos blancos de sus alas desaparecerán, siendo la época en la que regresarán a nuestra sierra, o a lugares apropiados para encontrar sus parejas. Ambos dos, comenzarán un nuevo ciclo que esperemos volvamos a ver cerca de los entornos de la querida Contraviesa.

Aves Rapaces de la Sierra




El enclave físico de la Contraviesa hace que multitud de aves rapaces habiten o  atraviesen en algunas épocas del año este territorio. Paralela al norte se encuentra el parque nacional de Sierra Nevada, al sur el Mediterráneo, que en su prolongación, y ya en territorio africano, forma la cordillera del Rif, que podríamos decir es el espejo de nuestra Sierra en la ribera opuesta marina.
Esta situación hace que algunas de estas aves que viven en Sierra Nevada se desplacen en sus oteos y cacerías a la vecina sierra. Por otra parte, durante las migraciones anuales, las rapaces cruzan el “gran mar” pasando en línea recta buscando las corrientes de aire térmicas para lanzarse hasta las costas africanas.


Los accipítridos son aves rapaces diurnas de tamaños entre pequeñas a muy grandes, el pico suele ser corto o mediano pero fuerte y ganchudo. El cuerpo es robusto, las alas largas, anchas y redondeadas. Sus patas son cortas o medianas con fuertes garras. Su alimentación es carnívora, cazan dese insectos minúsculos a pequeños ungulados.
Generalmente son territoriales, cuando se están desplazando en vuelo aprovechan las corrientes de aire cálido para ganar altura y posteriormente seguir su ruta planeando o batiendo las alas. Las hembras son más grandes que los machos. Alcanzan su madurez entre los 1 y 2 años de vida en las especies pequeñas, y entre los 5 y los 9 años en las especies grandes.


Águila Real (Aquila chrysaetos)
Es el águila más grande de este entorno natural (82cm. la hembra puede llegar a pesar 5.250g.). Se suele acercar a las cimas y valles de la sierra como el Haza del Lino o el Cerrajón de Murtas, viajando desde su hábitat, que son los valles alpinos de Sierra Nevada. En algunos cortados rocosos de nuestra sierra anidan, sacando uno o dos pollos en época primaveral. Sus alas son anchas y largas y la cola más bien larga. Las voces son agudas, cortas y chirriantes.



Nido de Águila Real en la Sierra de la Contraviesa
Águila Culebrera (Circaetus gallicus)
Es un águila mediana, muy blanca vista por debajo, con la cola mediana y la cabeza ancha. (65cm. y 1.700g.). Las alas son muy largas. Se le puede observar en las gargantas del río Adra o en la rambla de Ahijón de Albuñol, buscando siempre zonas apartadas y arboladas. Es muy vocinglera, con el timbre de voz algo líquido, con llamadas cortas y repetidas o largas y sostenidas, como si fuera un silbido lastimero.




Águila Perdicera (Hieraaetus fasciatus)
Águila mediana con cola larga y cabeza prominente (69cm. y la hembra hasta 2.500g.). Sus alas son anchas y más cortas que otras águilas. La parte central del ala suele estar ensanchada formando una curva característica en el borde posterior del ala. Puede ser vista en las zonas rocosas del barranco de Alcázar, en el rio Torvizcón o en el río Turón, casi siempre en zonas arboladas o de matorral. Emite un motivo bisílabo como “quiá”, chirriante y agudo, repetido varias veces.




Águila Calzada (Hieraaetus pennatus)
Águila pequeña y esbelta con alas estrechas y cola larga y cuadrada (hembra 53cm. y 1050g.). En la fase de coloración clara su vista inferior es inconfundible por el contraste entre las plumas de vuelo que son oscuras y el resto que es blancuzco. Se observa en el alcornocal del Haza del Lino y en el Monte de los Gallegos de Alcázar. Es muy ruidosa, realiza series de una nota aguda, líquida y repetida rápidamente.




Azor (Accipiter gentilis)
Rapaz de tamaño mediano de alas anchas, redondeadas, cortas y en forma de pala (la hembra 62cm. y 1.450g.). La cola es larga y de ángulos redondeados. Cabeza relativamente prominente en vuelo. En vista inferior parece gris bastante uniforme, destacando las infracoberteras caudales blancas. Plumas de vuelo fuertemente barradas. El iris del ojo es amarillo naranja. Se puede observar en los bosques del Haza del Lino y Alcázar. La voz en primavera son llamadas cortas bisílabas, agudas y algo chirriantes como maullidos.




Busardo Ratonero (Buteo buteo)
Rapaz mediana de alas anchas y relativamente cortas, cola más bien corta y cabeza ancha (54cm. y 1000g. la hembra). La coloración inferior más común es marrón con una faja pectoral más pálida y una zona blancuzca en el centro de las primarias. Pecho barrado. Se les puede ver en los linderos de los cultivos de almendros del entorno de Murtas o Cojáyar. También por los bordes de la carretera de los Presos, por encima de Alfornón. Durante el vuelo de exhibición los adultos emiten de forma continuada un grito bisílabo nasal como un maullido.




Halcón Peregrino (Falco peregrinus)
Halcón grande de cola corta, de coloración uniforme en las partes inferiores del adulto, pareciendo gris al observarse de lejos (la hembra 48cm. y 1.100g.). Alternan el vuelo batido con planeos prolongados, efectuando picados rapidísimos durante la caza (es el ave más veloz de la Tierra). Son fáciles de observar en los acantilados costeros de La Rábita, también en la rambla de Guainos y en las depresiones cortadas del río Adra. Su llamada más característica es un quejido de tono agudo y claro ascendente y potente, repetido varias veces.




Alcotán (Falco subbuteo)
Halcón esbelto y pequeño, de alas largas, estrechas y puntiagudas, de cola algo corta y punta cuadrada (33cm. y 240g. la hembra). Listas anchas intensamente contrastadas en pecho y vientre. Alas y cola barradas por debajo. Vuelo rápido y bajo, patrulla también en las alturas alternando planeos y aleteos. Las zonas de fácil avistamiento son el barranco de Verdevique, los ríos Turón y Guadalfeo, en cualquiera de sus bosques de ribera. El sonido más habitual es una serie rápida de notas claras y agudas tipo “guiu” repetidas en tono ascendente.




Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
Halcón pequeño con la bigotera no muy intensa pero bien definida (33’5cm. y 225g. la hembra). Alas medianas que pueden parecer más anchas y menos puntiagudas que otros halcones cuando realiza los vuelos cernidos. La cola es muy larga con ancha barra subterminal negra. Es la rapaz que más utiliza el vuelo cernido para localizar sus presas en las cacerías. Es la más observada por estas Sierra, desde las zonas costeras de Adra, La Rábita o La Mamola, hasta las zonas de interior de Turón, Torvizcón y Rubite. Casi siempre se encuentra en praderas, bordes de carreteras y cultivos. En época de cría los adultos emiten voces formadas por series de gritos tipo “qui-qui-qui” repetidos, agudos y claros.




Gavilán (Accipiter nisus)
Rapaz pequeña de alas anchas, cortas y redondeadas como el azor, y cola larga y cuadrada, estrecha en la base. Las partes inferiores son muy barradas, la cabeza es pequeña y redonda. Durante las persecuciones desarrolla una aceleración pasmosa. Patrulla por los márgenes del pinar del monte de los Gallegos, entre Bargís y Alcázar, en busca de su alimento preferido que son los pajarillos. Cuando se siente en peligro emite series de sonidos agudos y secos tipo “guik”, repetidos muy rápido.


* Todas las imágenes han sido capturadas del centro de interpretación "El Aguadero", perteneciente al espacio natural del parque natural de Sierra Nevada en la localidad de Padul (Granada).