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Salomón IV

Invierno de 1992. “Muley - Hassan, la Montaña”

El espíritu de aventura no nos dejaba descansar. Pronto pensamos que se podía subir desde Albuñol, situado a seis kilómetros de la costa, al Mulhacén, la cima de la Península. Dicho y hecho, Marco, Ernesto, Diego, Andrés y el de siempre.

Fue una navidad con una temperatura ideal, no parecía invierno. La ruta pasó por Cádiar, Tímar, Juviles, Trevélez y ... ¡no sabíamos donde estábamos!... Un guía nativo de Trevélez nos había orientado sobre la ruta hasta la gran montaña la noche anterior, no se si por las cervezas o por la maldita inexperiencia, lo que es cierto es que estuvimos del día entero andando y después de rodear por varios lugares el río Culo Perro, el frío y los neveros creo que nos asustaron, ya que no fuimos capaces ni de remontar la cascada hasta las lagunas.

La bajada hasta el pueblo fue terrible para mí, ya que me lesioné la rodilla debido al ritmo que el día anterior habíamos marcado por carretera antes de llegar al pueblo más alto de España.

Este fue el inicio de una ruta que empezó realizándose en cuatro días y que en estos momentos se ha llegado a subir en veintidós horas. ¿Os lo creéis?.










Primavera de 1992. “Dehesa de los Montes” y la querida "Cuesta de la Palma"

Es mi primer curso de trabajo en el magisterio, soy un ilusionado profesor de Educación Física al que le han dado como destino la Cuesta de la Palma y una cortijada de Loja, La Dehesa de los Montes. He aprovechado mi independencia paterna para hacerme vegetariano, más concretamente ovo lacto vagetariano, ha sido un acierto total. En época fría o de lluvia me traslado al colegio en mi Citroen Diane 6 , parece que me encuentro en otra época. De vez en cuando el “citroillo”, como nosotros le decíamos, me dejaba tirado en esas pistas forestales, otras veces no me arrancaba... Cuando la meteorología no era adversa me iba andando o en bicicleta, atravesando una dehesa de encinar mediterráneo en la que aprendí diversas características de este tipo de bosque autóctono. Un día iba en el coche ya de vuelta a casa, después de haber tenido la clase en los márgenes del arroyo de la Dehesa con mis alumnos. Al girar una curva vi una rama gigante que se movía, al parecerme algo inusual, paré y me bajé para observarlo con detenimiento, siendo mi sorpresa mayúscula cuando vi cómo la rama no era tal, sino una hermosísima culebra que deteniendo su mirada en mí, lentamente desapareció por la espesura. Era una culebra Bastarda de unos tres metros de longitud, ¡vaya impresión!.

A mi abuelo Rafael, el primer maestro de la familia.







Invierno de 1993. “El Santuario del Montañismo Andaluz”

El destino me lleva a “poner los pies” profesionalmente en la población de Trevélez, en pocos días me doy cuenta de lo que mi mente y mi cuerpo absorberán de este entorno serreño. Casi todos los días salgo solo a descubrir la sierra, observo por primera vez in situ un gato montés y una víbora; mi malogrado amigo y director, Aurelio, en nuestras reuniones magistrales en el mesón de la Fragua, me enseña rutas y técnicas para mí desconocidas. El entrenamiento en altura, con nieve, antes de entrar al colegio todas las mañanas, me hace sentirme en un estado físico indescriptible..., sigo siendo vegetariano.

Los amigos de la montaña hemos decidido subir en invierno al Mulhacén, no será fácil, pero ya tenemos unos conocimientos más avanzados, esta vez no podemos fallar. Salimos temprano, a las seis de la mañana, aún de noche, vamos solos José Mª, Andrés y yo. El día es espléndido y después de un esperado sufrimiento logramos hacer cima. Estamos extenuados, pero debemos hacer las fotos de rigor, para nosotros era una hazaña, preparo la cámara en disparador automático y salgo deprisa para subir con mis compañeros a la cúspide. Ésta se encuentra helada y me resbalo, en ese momento Andrés me sujeta del brazo y tira, de repente se me luxa el hombro y el dolor me deja adormecido. Logro introducir la articulación en su lugar, pero ¿cuánto tiempo no quedará de bajada?.

El ser humano se adapta a todo siempre y cuando esté concienciado, resistiendo el dolor, el frío y las diversas dificultades, llegamos a nuestros deseados aposentos. Unos amigos esperando y un buen plato alpujarreño se encargan del resto.

A ti, Aurelio.







Primavera del 1993. “Ruta Ciclista Escolar por Sierra Nevada”

Mis alumnos me lo pedían insistentemente, ¿Cuándo vamos a salir de campamento?. Por fin el día llegó, sólo consigo convencer a seis padres, lo que hace que mi primer campamento escolar se menos dificultoso.

Debíamos recorrer unos veinte kilómetros en bici, acampar en una zona desconocida para mí y volver de nuevo a la población de salida, Trevélez.

En esta primera ruta importante con mis alumnos cometí varios errores por mi falta de experiencia. En primer lugar no cursé la petición de permiso para acampar en un parque natural, lo que me trajo algún problemilla con la Guardia Civil, que se solventó gracias a su benevolencia, al ver que éramos una representación del colegio cercano. Tampoco me reuní previamente con los padres, lo que disminuyó notablemente la asistencia a la actividad. No visité con antelación el lugar de acampada, pudiéndome haber acarreado algunos desbarajustes importantes. No llevé a otra persona responsable del grupo, entonces no existían los móviles, ¿os imagináis qué habría ocurrido si se hubiera producido algún accidente o lesión?. Y por último, no llevamos repuestos para las bicis, lo que al principio, en un primer pinchazo, lo solucionamos con unos parches casuales.

En absoluto quisiera trasmitir pesimismo por esta experiencia, nada más lejos de la realidad, fue una aventura especialmente irrepetible, sobre todo cuando pernoctamos en la ribera del Río Grande de Bérchules, los seis alumnos y el profe en la misma tienda, ¿se puede pedir más para el recuerdo de esos alumnos?.




1 comentario:

Woody Allen dijo...

Si he de hacer balance, no se si los ratos buenos superan a las calamidades que me has hecho pasar. Es lo que los psicologos han dado en llamar equilibrio emocional.
Animo y palante, estas consiguiendo lo que todos quisieramos haber hecho en su momento.
Para lo que te haga falta por supuesto ¡ No puedes contar conmigo! y no publiques mas fotos mias sin mi consentimiento.
Por cierto, no des mas pistas de la ubicación de la isla, porque suerte de la crisis inmobiliaria, que si no ya te habrian colocado unos bonitos adosados.
Un saludo,el que no quiere ser aprendiz de naufrago.