Observar los almendros en invierno en cualquier lugar de
España es un placer para los sentidos. En las zonas más septentrionales se
acerca más su floración a la estación primaveral, sin embargo en zonas sureñas
y sobre todo si el clima es tropical, como es el caso del sur de la Sierra de la
Contraviesa, a partir de mediados de enero empiezan a surgir sus llamativas
flores. Este árbol proviene de China, y se introdujo en nuestro país por las
características de sus nutritivos y medicinales frutos, las almendras.
El almendro fue cultivado por primera vez en Persia, Siria y
Palestina, de ahí pasó a China y posteriormente se distribuyó por todo el
Planeta. En la Biblia, el almendro simboliza la vigilancia y el buen fruto, por
eso Aarón lo selecciona para estar presente en el paraíso terrenal, siendo su
célebre bastón hecho de una rama de esta especie.
Este árbol es caducifolio de las familias de las rosáceas,
pudiendo llegar hasta los diez metros de altura. El tronco es liso y verdoso en
su juventud, pasando a grisáceo y agrietado en edad adulta. Desde que florece pasarán
nueve meses hasta fructificar en la almendra. Las hojas son alargadas y
estrechas con bordes dentados.
El paseo desde la población de Albuñol hacia el sendero del
Cerro del Gato, a finales de enero o principios de febrero, nos transporta
hasta el mundo de las fragancias silvestres, y aunque en esta época la floración
es muy escasa, hay algunas plantas que acompañan con sus olores y colores a la
inigualable flor del almendro. La esencia de la miel se incrusta en nuestros
sentidos, el color blanco a veces y rosado otras, acompañado del violáceo de
las lavandas mezclado con el brillo amarillento de las vinagreras y el verdor
de sus tréboles, hacen del sendero un espectáculo para la vista de cualquier
ser humano cuyo destino lo haya llevado hasta este impresionante monumento
natural. Como decía al inicio de este artículo, la floración del almendro es
igual de atractiva en cualquier lugar donde sea observada, pero en esta ruta,
posiblemente la más bonita de muestra Península, la diferencia de las demás por
su fisonomía paisajística. En poco menos de una hora de camino pasamos de 200m.
de altitud a más de 800m. en la cima del Cerro, es decir pasamos de clima
tropical a continental por desnivel altitudinal.
La senda está repleta de
almendros, acompañada de multitud de plantas silvestres, incluidas algunos
acebuches y algunas encinas centenarias aisladas. El colorido es abrumador, y
al llegar casi al culmen encontramos la pequeña ermita de la Virgen del
Rosario, antigua patrona de Albuñol, sobre una era y un mirador desde donde las
vistas de dicha población son admirables. Si seguimos hasta la vertiente de
aguas, aparecen las dos grandes imágenes que rompen con cualquier otro lugar
jamás visto, al sur el Mare Nostrum, el mar de los corsarios, de los vikingos,
de los berberiscos, de los fenicios, romanos, cartagineses… Por otro lado, al
norte la gran mole, el nevado Mulhacén, la cima de la Península Ibérica, donde
está enterrado el padre del gran Boabdil. Y por último, si el día es muy claro,
aparece en la lejanía sureña la cordillera africana del Rif, Marruecos, la
continuación de Europa.
¿Y todavía dudáis que es la ruta más atractiva a
realizar en busca de la floración del almendro?