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Cabra Montés (Capra pyrenaica)



La cabra montés es una de las especies más antiguas que se conocen, se estima que hace siete millones de años, en el Plioceno, los caprínidos del Asia Central llegaron a Europa, en la época de la glaciación Riss es cuando aparece la forma ibérica del género Capra (González, 1982).

Hembras


Durante los periodos fríos del Pleistoceno las cabras vivían en las zonas cálidas y valles ibéricos, pero bajo la presión humana buscaron refugio en las altas montañas evitando así la facilidad para ser cazadas. No obstante fue cazada habitualmente, tanto por su carne como por su trofeo, además se les atribuían poderes mágicos y curativos a su sangre, a su corazón y a la osificación de sus cartílagos, lo que hizo que el número de ejemplares disminuyera en la Península de forma alarmante.
Actualmente está protegida y hay zonas de España donde proliferan, sobre todo en Gredos y Sierra Nevada. Son animales diurnos y crepusculares en sus costumbres, en las horas centrales del día, sobre todo en verano, buscan refugios para descansar, siendo más visibles al amanecer y al atardecer cuando van buscando la comida constantemente.
Macho

Las peculiaridades que las han hecho adaptarse mejor al medio donde viven son el elevado desarrollo del su olfato, vista y oído, pero lo más característico y único es la facilidad que tienen para desenvolverse por las zonas rocosas de las altas y medias montañas, desplazándose con una agilidad pasmosa y sorprendente sobre todo para el ser humano cuando se enfrenta a una escalada parecida a las que ellas afrontan día tras día. Esta facilidad les viene dada por la adaptación al lugar donde viven, gracias a sus peculiares pezuñas que tienen una superficie interna antideslizante, además, las puntas de las mismas no tienen pliegue interdigital, no se doblan, por lo que son duras y agudas, agarrándose con una seguridad envidiable a las rocas más verticales.

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