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Albayzín, último reducto árabe de la Península


Lugar: barrio granadino del Albayzín y entorno de la Alhambra.

Recorrido: Plaza Nueva-Acera del Darro-Cuesta de los Chinos-Alhambra-Cuesta de Gomérez-Calle Elvira-Calderería Vieja-Tiña-Arco de las Pesas-Plaza de San Nicolás-Panaderos-Plaza Larga-Agua-Pagés-Plaza Aliatar-Plaza de San Salvador-Cuesta del Chapiz-Acera del Darro-Plaza Nueva.

Duración: 3 horas aproximadamente.

Consejos prácticos: llevar calzado apropiado para andar por empedrado, si puede ser de suela gruesa.

Relato:

No podía faltar en estos paseos una ruta nocturna, mágica, por lo que fue el origen de la ciudad de Granada, el medieval barrio del Albayzín.
Este lugar se encuentra sobre la estribación oeste del Cerro de San Miguel, en la margen derecha del río Darro y frente a la colina de la Alhambra.
El origen del término Albayzín tiene varias teorías, una de ellas hace alusión a sus habitantes, los hispanomusulmanes, que procedentes de Baeza ocuparon este entorno a caer su ciudad en 1227. Otra teoría dice que procede del término “Rabad-al-Bayyazín”. Que significa barrio de los halconeros, barrio en cuesta.
Se ha demostrado a través de los restos arqueológicos que esta ciudad fue habitada por los íberos, posteriormente por los romanos y por último por los árabes, donde tuvo su mayor esplendor.

El sendero urbano nocturno que hemos querido realizar empieza en la Plaza de Colón. Allí, después de refrescar fortuitamente nuestros cuerpos con el potente salpicar de su fuente, subimos hacia la concurrida Plaza Nueva. La temperatura es muy agradable, acaba de inaugurarse la primavera y el ambiente de los húmedos rincones nos recuerda el invierno lluvioso que acabamos de pasar.
Desde el Pilar del Toro y con la iglesia de Santa Ana iluminada, observamos como la Real Chancillería hace de barrera con el barrio albaycinero. Pronto sobresaldrán sus pequeñas y blanquecinas casitas.

Nos adentramos hacia la Acera del Darro o río del Oro (dauro), donde eran extraídas pepitas de este mineral tiempos atrás. El río baja rugiendo, rodeando la majestuosa ciudad de la Alhambra. Ésta se encuentra iluminada con un color rojizo que ensalza sus murallas, vamos a subir hacia ella, desde allí tendremos una imagen global del Albayzín, haciéndonos una idea muy real del espacio geográfico que abarca.
Al llegar a la Cuesta del Chapiz, ya hemos recorrido toda la zona baja oeste del Barrio. Desde aquí cruzamos el río Darro y subimos la Cuesta de los Chinos. Es una pendiente elevada y totalmente empedrada como en su época medieval. Vamos rozando continuamente la muralla del palacio árabe, y nos acompaña el discurrir acuoso de una pequeña acequia que baja desde la montaña. Uno de los tramos es muy oscuro, pero pronto la vista se adapta a la ínfima luminosidad, hasta llegar al acueducto que traía el agua desde el Generalife a la Alhambra. Lo pasamos por debajo e iniciamos el recorrido externo de la ciudad árabe hasta llegar al Palacio de Carlos V.
En la subida hemos ido solos, no parece que al turista habitual estos recónditos lugares le atraigan, a nosotros sin embargo, nos ha transportado hacia las revueltas árabes que tanto tuvieron que decir en los ocho siglos de colonización del lugar.
Los olores de los jardines impregnan el ambiente, el sonido es prácticamente nulo, y al asomarnos a la placeta del palacio aparece en frente el peculiar barrio del Albayzín. Resaltan el color rojizo de las iglesias, las luces tenues de sus callejones, los repetitivos flashes de los sorprendidos turistas..., parece que todos apuntan a nosotros, bueno, posiblemente sea al palacio Nazarí.

Las fuentes de la Alhambra están rebosantes, por todas ellas camina la fresca agua dejando que nuestros sentidos se deleiten en la oscuridad de la noche. Por algún rincón de los jardines la hojarasca rechina, un ratoncillo se habrá visto sorprendido por el paso del viajero.
Descendemos hacia la Cuesta de Gomérez, aquí sí nos encontramos a multitud de paseantes que se acercan a la ciudad. Una vez pasado el arco llegamos de nuevo a Plaza nueva, es el momento de disfrutar de las tapas granadinas, nos las hemos ganando.

Desde la calle Elvira accedemos a Caldedería Vieja y de ahí iniciamos un fuerte ascenso por una de las calles más concurridas y bonitas del Albayzín, la Cuesta de San Gregorio. Estamos inmersos en plena población árabe, infinidad de pequeñas tiendecillas invaden las casas. Todas ellas rezuman colores fuertes, el olor a sándalo nos introduce en lo que sería en su momento aquella población.
La arquitectura del lugar es la misma de los tiempos musulmanes, calles estrechas y callejones oscuros invaden cualquiera de nuestras miradas. La teja clásica, los tejados a dos aguas, los arcos en terrazas con miradores, los ventanucos a ras de suelo, los jardines rebosando de flores y las calles con un sustrato de empedrado que a un caminante actual le parece que no tiene fin.

La subida nos lleva hacia la calle de la Tiña hasta llegar al Arco de las Pesas, denominado así porque en él se colgaban las pesas decomisadas por defectuosas, cuando en Plaza Larga los comerciantes intentaban dar gato por liebre en los pesajes de sus productos.

Seguimos el muro árabe hasta encontrarnos con la archinombrada Plaza de San Nicolás. El aljibe de la mezquita que allí había preside la entrada, y enfrente aparece nuestra querida Alhambra. Es hora de gozar sosegadamente de unas vistas inmejorables. La alcazaba, la muralla del camino de ronda, las torres almenadas y el Generalife aislado, hacen de la visión un acto sufrido por no parpadear.

Actualmente la mezquita se ha convertido en la iglesia de San Nicolás, que junto con la de San Cristóbal son las más antiguas de estilo Mudéjar en Granada.
Proseguimos hacia la calle Panaderos y de ahí a Plaza Larga, centro neurálgico del barrio en todas sus épocas. Lugar comercial importantísimo y en donde se pueden observar las murallas que separaban al mismo de la Alcazaba Qadima.

Accedemos por la calle del Agua hasta desembocar en la calle Pagés, que bajándola nos lleva hasta la Plaza Aliatar. Éste será uno de lo lugares emblemáticos para el andante, aquí, en el bar de su nombre hacen la receta de tapas de caracoles en salsa más reconocida de toda la ciudad. Es el momento y lugar para hidratarnos con una refrescante cerveza espumosa.

Proseguimos la bajada pasando por la iglesia de San Salvador, construida en el siglo XVI sobre la antigua mezquita mayor del Albayzín, siendo una de las parroquias que más deterioro sufrieron por la Rebelión de los Moriscos y la Guerra Civil Española.
La Cuesta del Chapiz espera nuestros pasos cansados, algunos de sus edificios emblemáticos son las Casas del Chapiz, donde se encuentra la actual Escuela de Estudios Árabes. Otro de ellos es el Palacio de los Córdova, que es la sede del Archivo Municipal.

Estamos llegando al final del recorrido, el Paseo de los Tristes y la Carrera del Darro nos llevan a deleitarnos con la arquitectura de otros dos inmuebles sorprendentes, la iglesia de San Pedro y San Pablo, como casi todas ellas construida sobre una mezquita, y la Casa de Castril, sede del Museo Arqueológico Provincial, y que toma su nombre del Señorío de Castril, otorgado por los Reyes Católicos a su secretario Hernando de Zafra.
Más adelante sobrepasamos la Puerta de los Tableros sobre el río Darro, que para unos fue un puente, ya que ahora está en ruinas, y para otros una puerta que controlaba las aguas del río..

El camino finaliza, estamos de nuevo sentados en el Pilar del Toro, la noche sigue en el moderno barrio árabe.