Es el mamífero más espectacular que se observa en este espacio natural. Sus trepas por las rocas cercanas, dejan una imagen de fortaleza que la hacen ser admiradas por todos. Hasta hace pocos años la cabra montés más cercana se encontraba en Sierra Nevada, pero su proliferación ha hecho que baje paulatinamente de altitud, llegando a ser vista, como es este caso, en la misma costa mediterránea, encontrando ésta una forma fácil de conseguir las necesarias sales minerales para el correcto funcionamiento de su metabolismo.
Tiene una longitud entre 1 y 1'65 m, y una altura entre 65 y 75 cm. El macho tiene grandes cuernos, mientras la hembra los posee pequeños. Sus pezuñas son de puntas finas y muy duras, para facilitarle la escalada y el agarre a las grietas de las rocas, siendo la parte trasera de éstas almohadillada, que junto con los muñones que tienen por encima de las pezuñas hacen que no resbalen en los descensos pronunciados.
En época de celo, entre noviembre y diciembre, los machos emiten un sonido corto mientras se aproximan a las hembras, siendo otro de sus característicos sonidos, tanto en machos como en hembras, el silbido que realizan cuando se sienten en peligro.
Su hábitat preferido son las altas montañas, aunque como hemos visto se han aclimatado bien a los diferentes ecosistemas que han ocupado. Sus costumbres son diurnas, activándose también en época estival durante la noche. Viven durante casi todo el año en grupos variables en número de componentes, estando los machos aparte en sus grupos y las hembras con las crías en los suyos. El grupo de hembras es dirigido siempre por una adulta y experimentada. En el mes de noviembre, los machos se vuelven solitarios y agresivos entre sí, mientras buscan efusivamente a los grupos de hembras. Estos se enfrentan mediante duros topetazos con los cuernos hasta conseguir vencer y quedarse con la hembra elegida. La gestación dura cinco meses, pariendo un chotillo las hembras al inicio de la primavera.
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