Los primeros verdecillos pululan de unas ramas a otras, el
olor a mastranzo húmedo del barranco impregna las primeras horas de la mañana.
En la lejanía, sobre las crestas serreñas, blanquean las primeras nevadas de
este nuevo año. Es el momento de refrescarnos de la caminata, del recodo del
pilar salta chillando la desconfiada mirla, nos ha sobresaltado, pero a su vez
nos ha situado a su altura, como animales, todos nos acercamos a beber las
aguas que nos brinda el campo, en este caso, la centenaria “fuente del
Madroño”.
Una gélida tragantá
nos aporta el tono suficiente para proseguir el camino, unas almendras con sus
higos secos correspondientes sacian nuestros mal acostumbrados estómagos.
Aposentados en la piedra de la fuente observamos la llegada de un señor con su
viejo mulo, mientras compartimos saludo el animal mete el hocico en el pilar,
no parece ruborizarse por nuestra presencia, no parece tener miedo a estos
otros animales, seguro que habrá sido bien tratado a lo largo de su vida.
Empezamos a departir con su amo, él es un hombre de terruño, acostumbrado a
encontrarse con pocas personas por estos entornos, por ello denota la gana de
entablar debate. Tras sus primeras palabras demuestra su experiencia campestre,
nos dice que su abuelo fue arriero y carrero, y sin saber ni cómo nos narra una
de esas anécdotas que sólo podían ocurrir en aquellos “maravillosos” años.
Fuente del Madroño (Conoce tus Fuentes) |
Su antepasado vivía como él en Alfornón, era una población
con mucha vida, existían varios molinos harineros, otros tantos de aceite y
hasta ocho fábricas con sus alambiques de aguardiente. Esto hacía que el
bullicio diario hiciera de este pueblecito un ambiente comercial especial. Para
el transporte de todos estos productos se utilizaban las bestias de carga,
además de los correspondientes carros. Su abuelo tenía varios mulos y un par de
carretas con los que sobrevivía en aquella difícil época. Una vez estaban
listos los productos él los cargaba en su carro, patatas, pellejos de vino o
cántaras de aceite eran habituales en esos caminos de herradura. Se marchaba a
otras poblaciones o cortijos para venderlos, no volviendo hasta que no lo había
despachado todo. Este trabajo, como todos los de aquel tiempo, eran muy
sacrificados, las familias podían pasar meses sin saber nada de sus parientes,
ya que pasaba bastante tiempo hasta poder vender el producto o trocarlo por otro género
carente en el pueblo.
Con el tiempo estos equinos aprendían los caminos más
habituales, siendo sorprendente lo que a continuación nos narró.
Mulo de carga (J.C. Spahni) |
“En no pocas ocasiones, mi abuelo tenía tareas que realizar
en el campo, por ello, la confianza que les daba sus yuntas de mulos, hacía que
pudiera emprender sus partidas hacia Órgiva o Lanjarón sin necesidad de
acompañarlos. Tenía un burro que, como todos ellos, aprendió con los años estas
rutas arrieras, así que este “Burro Guía” iba delante del séquito de bestias
siguiendo el camino habitual, sólo llevaba como carga un gran cencerro que al
andar marcaba un grave sonido que los mulos restantes seguían a ciegas. Estos
otros mulos iban atados unos a otros y cargados con serones de diversos
productos, cuando llegaban a su destino los estaban esperando en el lugar, allí
eran descargados y vueltos a colmar para que hicieran la travesía de vuelta, y
siempre el burro delante para que no se
espanten”.
Eran momentos de humildad y respeto hacia los demás, se
sabía del esfuerzo que cualquier hecho representaba, así que acciones como la
narrada fueron habituales en estos territorios campesinos, algo que por
desgracia sería impensable en el mundo actual, pero que no por ello deberemos
de dejar de fomentar entre las nuevas proles, ya que serán ellos los que
regeneren esta deteriorada sociedad.
Después de este ratico de plática el servil hombre desaparece por la
senda de la barranquera, nosotros ya tenemos también unos lustros, sin embargo
todavía nos queda mucho que aprender…. y que enseñar.Fuente Histórica: Antepasado de esta Sierra.
Autores:
Eduardo López Lorente
Lisardo Domingo Blanco
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