Cojáyar |
Cuando acabó la guerra,
Franco no intentó ninguna reconciliación, Paul Preston habla de la “política de
la venganza”: hay 450.000 exiliados, 90.000 ejecutados durante la guerra y
41.000 durante la posguerra por motivos ideológicos.
El origen de los huidos es
esa represión, su destino era ser ejecutados o la ley de fugas. Estaban
desorganizados, huyeron para salvar la vida, al principio apenas tenían
armamento y ni siquiera una conciencia política de lo que hacían. Tenían muy
difícil huir al extranjero, en Portugal la dictadura de Salazar los hubiera
entregado a Franco y desde 1940 en Francia se hubieran topado con la ocupación
nazi. España se había convertido en una ratonera, su situación era dramática.
Fue la época más
sangrienta en la que hubo verdaderas matanzas también por parte de los maquis
como una manera terrible de defenderse y para dar lecciones en algunos pueblos.
A partir del 47 con la “ley
de bandidaje y terrorismo” los montes de España se convierten en una auténtica
cacería. Había ya una larga tradición de “ley de fugas” y pasan a aplicarla por
todo y a todos: guerrilleros en activo, ex-guerrilleros, enlaces o sospechosos
de ser enlaces, daba lo mismo. Era una época de terror en la que sólo unos
cuantos consiguen salvarse. Mediante esta ley, la jurisdicción
militar podía sancionar con la muerte la mera omisión de denuncia de hechos
relacionados con el maquis; se prohibió el tránsito por los caminos rurales al
oscurecer y se dio licencia a la Guardia Civil para disparar sin previo aviso
sobre los sospechosos.
Fuente de Jorairatar |
También los guerrilleros y
la izquierda practicaban la discriminación de género. Ellos decían: “el monte
no es lugar para mujeres”. Sin embargo, la importancia de las mujeres fue
decisiva sobre todo en los enlaces: viudas de republicanos, hijas o mujeres de
ejecutados o simplemente mujeres no concienciadas pero que en ese contexto dan
un paso adelante y se comprometen. En esa época y además en el medio rural más
conservador es conmovedor cómo esas mujeres vertebraban la lucha política.
Los guerrilleros, en su mayor parte militantes
comunistas, aparecieron ante la opinión pública como meros bandoleros que
habían hecho de la violencia un medio de vida, y aunque en los
primeros tiempos recibieron el apoyo de la población rural, la represión y
la propaganda del régimen oscurecieron el carácter político de una insurrección
armada que duró ocho años y cuyo objetivo fue la restauración democrática.
Tinao de Cojáyar |
Aunque confusos, los datos que manejan los
historiadores indican que entre 1943 y 1952 por la guerrilla pasaron unos
10.000 hombres (6.000 militantes del Partido Comunista) y cometieron 953
asesinatos, 538 sabotajes, 5.963 atracos y 845 secuestros en toda España.
Tuvieron 1.826 encuentros con la Guardia Civil, con 2.173 muertos y 467
capturados. Además se entregaron otros 546 guerrilleros y 2.374 más fueron
detenidos. En total, 5.560 bajas.
Por parte de la guardia civil, las bajas bailan desde
el millar que apunta Hartmut Heine a los 257 muertos y 370 heridos que admite
el propio cuerpo. En el periodo señalado se realizaron 19.444 detenciones entre
la población civil.
Imagen de Alfornón |
Las posibles historias de maquis en esta serranía no es
plato de buen gusto para casi nadie, es una época pretérita que no ayudó a la
cohesión ni al acercamiento entre vecinos de estas poblaciones. No obstante,
cuando empezamos a entablar debate y confianza ellos se animan.
Ambos son octogenarios, uno de ellos, el más vivaracho,
empieza a recordar en voz alta. En aquella época vivía con su familia en un
opulento cortijo en las cercanías de la población. Los “Civiles” tenían su
vivienda como sitio de vigilancia, ya que los maquis solían visitar aldeas o
cortijos donde era fácil pedir o robar para subsistir sin ser apresados. Estos
civiles de forma constante mantenían esa vigilancia en su cortijo, fue tan
habitual su presencia que su padre les tenía preparada un camastro para dormir.
Ellos tenían prohibido descansar en esas horas de centinelas, por lo que Pepe,
el dueño del cortijo, había ideado la manera de evitar un castigo a los
militares, ya que el teniente de Castell de Ferro cuando se acercaba por allí
llegaba en caballo, el cual se oía desde lejos, en ese momento él avisaba a los
adormilados vigilantes y por una puerta trasera saltaban del cortijo a los
puestos de imaginaria.
En todos esos años de guerrilla no llegaron nunca a entrar
al cortijo los maquis, ya que probablemente ellos supieran los entresijos que
se urdían en su entorno. A veces dice que llegaron a verlos escondidos por los
alrededores, momentos duros para su familia, ya que cuando estos guerrilleros
entraban en las casas la tensión se palpaba en el ambiente, ya que podían
intimidar hasta llegar incluso al daño físico o la muerte.
Ellos se tiraban a la sierra para evitar ser capturados y
torturados, dice de repente el otro cavilante aldeano, y comienza a recordar
algunos de los hechos referentes a aquellos difíciles momentos:
Alfornón |
En la Contraviesa había un jefe de ellos, se escondía por el
campo de Polopos y le llamaban el “Morito” o el “Polopero”, vuelve a recordar
el lugareño. Era muy temido en la comarca, sus acciones a veces eran muy
violentas, por lo que los cortijeros de estos campos jamás hablaban de él
cuando eran preguntados por los civiles, evitando así represalias del famoso
bandolero. En una ocasión se desplazó andando desde la sierra hasta la
localidad de Órgiva, era un hombre valiente y cada vez que podía intentaba
demostrarlo. Entró en una cantina donde había entre otros dos guardias civiles,
tomó su vino y al pagar dejó una nota al posadero que ya llevaba escrita en la
que decía: “Así paga el Morito”. El cantinero sorprendido y asustado no dijo
nada, había invitado a los guardias y arriesgado a ser capturado si éste
hablaba, pero no ocurrió así. A las pocas semanas fue apresado por las
cercanías de Órgiva, dicen que esa anécdota acontecida en la cantina y algunas
otras lo delataron y lo llevaron a prisión.
Un repentino movimiento en el zarzal cercano nos saca de la
sorprendente historia, un pequeño ratoncillo asoma el hocico y tras un breve
vistazo desaparece de nuevo. Uno de los aldeanos me pregunta por dónde he
llegado hasta allí, le explico la ruta que he seguido cruzando desde Alfornón
hacia Torvizcón. Él me comenta que he debido pasar por uno de los cortijos que
mana otra de las historias de estos sobrecogedores personajes, es la Venta de
La Bolina.
Esta venta se encuentra en la carretera de Los Presos, el
dueño de la misma se llamaba Manuel Estévez, de vez en cuando algunos maquis
pasaban por allí para utilizarla de posada, dejándole un buen dinerillo al
posadero. Los bandoleros solían tener caudales por sus continuos robos sobre
todo en cortijos y pequeñas aldeas, así que pagaban bien a quienes los
aceptaban, ganándose así la complacencia de estos aldeanos. Después de abrigar
durante bastante tiempo a algunos de estos maquis, los civiles se habían
enterado, y estaban esperando la oportunidad para atraparlos en una de sus
visitas a la venta. Estévez, que también sabía lo que podía ocurrir, dejó de
abrigarlos en sus dependencias, así que los maquis durante una fría noche de
invierno entraron por sorpresa, lo cogieron y lo ataron con un cordel a un mulo
y lo arrastraron durante horas por los alrededores de la venta, por último lo
tumbaron debajo de un olivo y allí le dieron dos tiros en la frente.
Cortijo en la Venta del Haza del Lino |
Se está haciendo tarde, ellos tienen que volver a sus
aposentos, son historias conmovedoras que por desgracia no solo se vivieron por
estos contornos, la memoria de las personas de estas edades todavía guardan
esas vivencias en sus recuerdos. Nos despedimos y deseándoles unos años
venideros prósperos los veo desaparecer por el collado. Seguro que sus
descendientes estarán orgullosos de ellos, nosotros también".
Fuentes históricas:
Dos abuelos octogenarios de esta Sierra.
Paul Preston.
Hartmut Heine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario